Es un mecanismo que se realiza con controles sanitarios del SENASA y potencia el desarrollo de la actividad.
Con estrictos controles sanitarios, Argentina importa genética para sus granjas avícolas y exporta huevos fértiles a países limítrofes. Mediante acuerdos bilaterales con Brasil, España y Francia, ingresan al país -como pollitos bebés- abuelos para producir pollos parrilleros y padres para originar gallinas ponedoras. Y nuestro país también exporta a naciones vecinas. El Servicio Nacional de Sanidad Animal (SENASA) valida los procedimientos, para preservar el excelente estándar sanitario avícola nacional.
En las últimas semanas, el SENASA informó que inspectores del Centro Regional La Pampa-San Luis habían inspeccionado el ingreso de 26.719 aves ingresadas a la provincia puntana, importadas desde Brasil. Se trató de pollitos bebés de abuelos de línea pesada, que luego producirán padres de pollos parrilleros, con destino a una granja de la localidad de Papagayos.
Se trata de un volumen habitual para este tipo de operaciones, pero la noticia es el disparador para conocer cómo es el proceso de importación de genética aviar que se hace en la Argentina y cómo el Senasa preserva el excelente estatus sanitario avícola que tiene Argentina.
María Eugenia Ferrer, veterinaria y responsable del Programa de Sanidad Aviar de la Dirección de Planificación y Estrategia de Sanidad Animal del Senasa, explicó que “el control sanitario de los pollitos bebé que se importan comienza con un acuerdo con los organismos sanitarios de los países con los la Argentina tiene convenios, a través del Certificado Veterinario Internacional (CVI)”.
Son acuerdos bilaterales que el Senasa tiene con los servicios veterinarios de otros países, con exigencias sanitarias convenidas previamente para una importación o exportación. Una vez que está acordado el CVI con determinado país el comercio está abierto y lo que hace el Senasa es permitir una importación o exportación.
Actualmente, Argentina importa genética aviar desde Brasil, España y Francia, naciones con los que hay acuerdos. “El importador solicita la autorización para realizar la operación y se genera un expediente, que se puede hacer por el sistema de Trámites a Distancia (TAD) del Senasa, a través de Internet.
Una vez generado, el expediente pasa por diferentes áreas de Senasa. La de Certificaciones empieza el trámite administrativo entre la oficina central y la local, cercana a la granja de destino. La de Comercio Exterior Animal constata que el país de origen de las aves importadas sea libre de las enfermedades de Newscatle e Influenza Aviar -al igual que Argentina-, y el Programa de Sanidad Aviar -que encabeza Ferrer- corrobora que se cumpla la Resolución 1519/2019, que establece los requisitos zootécnicos para importar aves de 1 día de edad (o hasta 72 horas, según normas de la OIE) o huevos fértiles.
Livianas y pesadas
“Permitimos que solo entren los abuelos de la línea pesada y los padres de la línea liviana, que son las aves que Argentina autoriza importar. La línea pesada está compuesta por los reproductores abuelos que darán padres que producirán pollos parrilleros. Y la liviana corresponde a reproductores, padres de gallinas ponedoras de huevos”, cuenta Ferrer.
La autorización de importación de abuelos y padres, según la producción, se relaciona con el consumo de pollos y huevos, teniendo en cuenta que para los parrilleros se requiere producir más animales. En tanto, las gallinas ponedoras producen huevos a partir de las 22 semanas de vida y pueden hacerlo por hasta unos 2 años.
“Permitimos que solo entren los abuelos de la línea pesada y los padres de la línea liviana, que son las aves que Argentina autoriza importar”
“Se importan abuelos de línea pesada y padres de línea liviana, porque al tratarse de reproductores se asegura que provienen de progenies de alto valor genético y que se encuentran en establecimientos con estrictos controles sanitarios y niveles de bioseguridad superiores a los empleados en las granjas de pollos parrilleros o de gallinas ponedoras, lo que da una mayor garantía sanitaria”, dice Ferrer.
Al respecto, cabe aclarar que los abuelos que el país importa provienen de bisabuelos que están en el exterior. Se trata de genética que normalmente manejan empresas internacionales -representadas en el país por compañías locales- que en la región suelen tener sus granjas de reproductores (bisabuelos o abuelos) en Brasil.
Ferrer explica que “una vez que la importación (de pollitos bebés) llega al puesto de ingreso al país -los aeropuertos de Ezeiza y Puerto Iguazú (Misiones)- se realizan los controles documentales y clínicos sanitarios, donde se toma una muestra representativa y se envía al laboratorio central del Senasa en Martínez (Buenos Aires), para realizar el diagnóstico de enfermedades como Influenza Aviar, Newcastle, Salmonella y Micoplasma”.
Mientras tanto, los pollitos bebé siguen viajando, dentro de unas cajas especiales que les permiten mantener la temperatura adecuada y en camiones especialmente acondicionados, a los establecimientos de destino, donde al llegar inician un período de aislamiento cuarentenario, que suele durar algo menos de 30 días.
“Una vez que el laboratorio emite el protocolo con los resultados, se envía a la oficina local correspondiente a la granja de destino, los pollitos quedan liberados de la cuarentena y se cierra el proceso de importación”, precisa Ferrer.
Estos procedimientos de importación se basan en análisis de riesgo previos y en los controles cuarentenarios de los ingresos. En ellos se evalúan los factores que puedan generar ciertas enfermedades, la bioseguridad de los pollitos, así como las condiciones de riesgo de los establecimientos del país de procedencia. Todos ellos, previstos en el CVI.
“Estas medidas permiten importar estos pollitos -que serán reproductores que originaran aves ponedoras y pollos parrilleros que se criarán en el país y se consumirán en el mercado interno y/o se exportarán- garantizando el mantenimiento del estatus sanitario del país”, enfatiza Ferrer.
Exportaciones
Para una exportación también existe un acuerdo entre países a través del CVI. La operación de exportación pasa por las áreas de Certificaciones y de Comercio Exterior del Senasa. En el puesto de frontera de salida, el organismo corrobora la documentación y el servicio veterinario del país importador hace lo mismo y toma una muestra para realizar un proceso similar al descripto.
Esto sucedió, por ejemplo, en agosto pasado, cuando otra empresa puntana exportó con destino a Paraguay 279.000 huevos fértiles de padres de línea pesada que originarán pollos parrilleros en el país vecino que -a diferencia de Argentina- sí importa padres de línea pesada.
La producción avícola de San Luis se destaca a nivel nacional por la presencia de empresas especializadas en la multiplicación genética. La fuerte inversión del sector y el excelente estatus sanitario provincial favorecen la actualización e incorporación genética en sus granjas avícolas y la exportación de productos de gran calidad.