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    Reducción de gases de efecto invernadero en la producción animal

    ¿Cómo afectan los gases invernadero a la producción agropecuaria? Son nocivos o necesarios para la vida humana? ¿De qué forma podemos buscar una alternativa más sustentable de producción? Pablo Lencioni, Gerente de Desarrollo y Nuevos Mercados de Cladan, Nutrición y Salud Animal, responde todos estos interrogantes  y resalta la importancia de lograr un equilibrio en la emisión de los gases que generan el efecto invernadero.

    “Técnicamente, cuando uno habla de los gases de efecto invernadero, está hablando de vapor de agua, dióxido de carbono, metano, nitrógeno… pero lo curioso es que en la actualidad para nosotros parece algo llamativo y fuera de lo normal. Desde 1820 el tema está sobre la mesa, porque sin esos gases la vida no podría tener lugar”.

    El especialista,  licenciado en Química,  aseguró que “lo que mata es el desequilibrio. La tierra recibe radiación del sol, la vuelve a reflejar y esos gases mantienen la temperatura estable dentro de lo que es la atmósfera terrestre. Si no tuviéramos los gases de efecto invernadero, la temperatura bajaría a -18 grados. Hoy la temperatura media es de 14°, con lo cual tenés una brecha de 33 grados. Por lo tanto, esos gases estabilizan la atmósfera para que no haya desequilibrios. Ya en 1820 muchos matemáticos investigaban este efecto y lo describieron. El problema es que después de la Revolución Industrial comenzaron a quemarse muchos combustibles fósiles y la abundancia de dióxido de carbono en la atmósfera se convirtió en un problema, por eso comenzamos a medir la huella de carbono y apuntamos a reducir las emisiones, principalmente de dióxido de carbono, motivo de la excesiva combustión de los combustibles fósiles”.

    El experto aseguró en este sentido que los motores no solo liberan dióxido de carbono sino también dióxido de nitrógeno por la alta presión que tienen. “Si ves los niveles que están en aumento a partir de la revolución industrial, son tan altos que se empieza a generar dentro de ese efecto invernadero, un aumento en la temperatura y provocan así el cambio climático. Si nosotros reducimos las emisiones, frenamos  el cambio climático y el aumento de la temperatura, que se traduce en incendios, porque además de la sequía en el suelo, se produce una seca de la biomasa que hasta un auto estacionado en una banquina puede generar un incendio”.

    Lencioni afirmó que “si analizas la huella de carbono, desde el punto de vista de la producción pecuaria, entre un 60% y 80% proviene de  los cereales que consumimos. Por eso es que habría que utilizar fertilizantes que sean amigables con el ambiente o reducir el uso de urea y reemplazarlo por otras fuentes que sean, por ejemplo, más abundantes en nitrógeno, como distintos tipos de bacterias nitrificantes  que ayudan a fijar el nitrógeno en la atmósfera para que las raíces de las plantas las puedan tomar”.

    Respecto de la provisión de fertilizantes como la urea, el ejecutivo indicó que hoy el mercado está en una situación muy particular. “La urea se sintetiza a partir del gas y del nitrógeno del aire y uno de los mayores productores de gas a nivel mundial es Rusia. Entonces estos desequilibrios políticos, nos traen como consecuencia, entre otras cosas, esta escasez de fertilizantes. Pero Argentina tiene condiciones como para poder encontrar alternativas y existen fertilizantes biológicos a los cuales uno les podría dar cabida”. Por otro lardo, Lencioni se refirió  a lo que puede hacer el productor pecuario para reducir las emisiones o aumentar el valor de fertilizantes de ciertos insumos o subproductos, “particularmente los deshechos, que son muy cuestionados en la industria pecuaria,  “si se utilizaran las excretas que se originan en los centros de producción pecuaria en forma administrada y no en un revoleo de estiércol, el uso de fertilizantes se  podría manejar de otra forma”, resaltó.

    En lo que se refiere a los galpones de pollo en particular, Lencioni propone utilizar Control Doble A, el producto de Cladan que reduce la presencia de amoníaco en el aire. “En días invernales, los galpones de parrilleros están cerrados y los niveles de amoníaco suelen ser muy elevados, entonces, a través de una reacción química de este producto,  se cambian las formas volátiles de nitrógeno por formas fijas, ayudando a que quede fijo en la cama”. Pero además,  resaltó que  a ese nitrógeno se le puede dar luego un uso agrícola y así reducir  la utilización de urea, “una reacción química como la que lleva adelante Control Doble A , básicamente es una neutralización. El producto tiene que tener suficiente humedad ambiente -por encima del 30%- para poder actuar en forma muy rápida y efectiva para mitigar problemas que redundan en la salud de las aves”. “Hoy el productor plantea como solución una ventilación intensa  y lo único que se hace es largar a la atmósfera  los gases de efecto invernadero . Nosotros proponemos controlarlos, fijarlos y después aprovechar ese nitrógeno. Si esta herramienta  facilita las condiciones de producción, genera un ambiente sano y saludable para las aves y además brinda la oportunidad  de fijar el nitrógeno y utilizarlo como fertilizante después , es una herramienta útil desde distintos ángulos”, concluyó.