Las tareas de cosecha y siembra son impostergables. Productores y asesores siguen estrictos protocolos para mantener a salvo a los equipos de trabajo.
La producción agropecuaria es una de las actividades esenciales exceptuadas del aislamiento impuesto ante la pandemia de coronavirus. No hace falta explicaciones: la biología no para, y la demanda de alimentos tampoco. En este contexto, Infobae recabó testimonios de productores y asesores en diversas zonas de país para entender cómo continúa el trabajo diario lejos de las ciudades.
“En la actualidad las ventajas de la conectividad hacen que uno esté en el campo pero a su vez también estar en la comunidad, tratando de colaborar en lo que pueda respetando las normas vigentes”, afirma el productor de la localidad bonaerense de Salto César Belloso, y detalla que por estos días en el campo, cuando el clima se lo permite, está cosechando un lote de soja con rendimientos un 20 por ciento menores a los esperados, debido al efecto de la sequía. “Estamos tomando todas las precauciones, tanto con la gente que vive en el campo como con los contratistas que vienen a trabajar”, remarca.
Respecto a las tareas de recolección que avanzan en todo el país, Alejandro Ferrero, productor agrícola ganadero en Marcos Juárez, en el sudeste de Córdoba, dice: “La cosecha tiene una ventana muy corta de trabajo y si no se hacen ahí las labores se puede complicar el trabajo de todo un año, y queda expuesta a las inclemencias del tiempo: viento, lluvias o exceso de maduración”.
Lucas Andreoni, asesor agrícola en varias localidades del sur de Córdoba, forma parte de un equipo de cuatro profesionales que por estos días tuvieron que ajustar todos sus mecanismos de trabajo para cumplir lo máximo posible con la cuarentena y reducir los riesgos. Por ejemplo, decidieron que a cada campo va a ir sólo un asesor, con las tareas bien concretas definidas el día anterior. “Hemos reprogramado todo el trabajo que veníamos haciendo, uno tiene que seguir viniendo al campo para ver cómo progresan los cultivos, cómo va la cosecha, programar próximas tareas”, explica. Y agrega: “Una vez allí no tenemos contacto con la gente del campo ni con contratistas, nos manejamos por vía virtual. En el caso de los contratistas se trata de exigir que estén con la casilla en el campo y que no vayan al pueblo más que para comprar la comida de todo el equipo”.
Otras tareas
La misma actitud adoptó, en la provincia de La Pampa, su colega Aldo Riesco, quien comenta que ahora, en la cabina de las máquinas va siempre una sola persona, ya no puede subirse él para medir personalmente la humedad de los granos y compartir unos mates con el maquinista. Parecen nimiedades pero son detalles que hacen a la naturaleza del trabajo.
Andreoni comenta que en su zona la cosecha viene avanzando de a poco y que los rendimientos este año son bastante desparejos porque las lluvias no fueron iguales para todos. “En la zona de General Lavalle, en campos que están muy estabilizados con buenas rotaciones, los rindes de maíz rondan los 9.700 kilos, mientras que en otros lotes sin un manejo tan bueno el rinde promedio puede ser de alrededor de 7.000 -detalla-. En Villa Rossi, por su parte, donde hubo buenas lluvias, los rendimientos están entre 10.000 y 11.500 kilos”.
Pero no todo es cosecha por estos días, hay otras tareas impostergables de cara al futuro, como la siembra de verdeos o cultivos de cobertura. En lotes que estaban ocupados por girasol, por ejemplo, Andreoni ya tiene sembrados cultivos de cobertura multiespecie, que son mezclas de vicia, centeno, colza y trigo sarraceno. También están sembrando trébol encarnado y lupino como cultivos de servicio.
En el norte de Buenos Aires, Belloso comenta que él también aprovechó para hacer siembra de cultivos de cobertura con avión y boleado de urea en festuca. Y con la mente en el horizonte, afirma: “Creo que es una excelente oportunidad para reflexionar sobre cómo vamos a acomodarnos después de esto desde el punto de vista de la productividad de nuestras localidades”.
Fuente: Infobae