La vacunación es una herramienta esencial en la producción animal, pero su evolución tecnológica ha llevado a un nuevo estándar: la vacunación sin agujas. Este método innovador, desarrollado por MSD Salud Animal en Argentina, introduce una forma más eficiente y menos invasiva de inmunizar a los cerdos, generando beneficios en múltiples niveles, desde la salud animal hasta la sustentabilidad de la producción.
Según Guillermo Racca, esta tecnología se basa en la aplicación intradérmica de vacunas mediante presión controlada, lo que permite la administración de dosis diez veces menores que las convencionales sin comprometer la respuesta inmunológica. “La piel es la primera barrera de defensa del organismo y tiene una capacidad de respuesta inmunológica superior a la del músculo, lo que nos permite reducir el volumen de la vacuna y eliminar el uso de agujas”, explicó Racca.
Uno de los principales beneficios de este sistema es la reducción del estrés en los animales. Estudios recientes han demostrado que los niveles de cortisol, un indicador biológico clave del estrés, disminuyen hasta en un 53,8% con esta tecnología, mientras que la vocalización, un signo visible de incomodidad en los cerdos, se reduce en un 84%. Además, el menor volumen de vacuna aplicada permite que los animales se recuperen más rápido y retomen su consumo de alimento sin interrupciones.
Desde el punto de vista productivo, la vacunación sin agujas también representa una mejora significativa en la eficiencia de las granjas. El proceso de aplicación es más rápido y seguro, ya que se eliminan los riesgos de autoinyecciones accidentales en los operarios y la necesidad de cambiar agujas con frecuencia. “Este método reduce en un 41,5% el tiempo de administración de cada vacuna, permitiendo vacunar a más animales en menos tiempo y optimizando el uso de mano de obra en un 36%”, detalló Racca.
Otro aspecto clave es la contribución a la reducción del uso de antibióticos, un tema central en la producción porcina moderna. Al minimizar el riesgo de transmisión de patógenos a través de agujas reutilizadas y mejorar la respuesta inmune de los animales, esta tecnología reduce la necesidad de tratamientos antibióticos posteriores. “La vacunación sin aguja nos permite avanzar hacia una producción más segura y sustentable, alineada con las exigencias de los mercados internacionales”, afirmó el especialista.
La adopción de esta innovación ya ha alcanzado un 30% de las granjas porcinas en Argentina, con una tendencia creciente debido a sus beneficios comprobados. Con un enfoque integral que combina bienestar animal, eficiencia productiva y reducción del impacto ambiental, la vacunación sin agujas se posiciona como un factor clave en la evolución de la industria porcina nacional y su competitividad en el comercio global.