La industria avícola es, por estos días, un tema presente en la agenda luego de que se diera a conocer la información que ubica al consumo de carne aviar en Argentina por encima del consumo de carne vacuna, algo inédito en un país “ganadero” donde la proteína animal históricamente más consumida, siempre fue la proveniente de la vaca.
Frente a esta noticia, muchos se asombran, al tiempo que otros lo celebran, pero muy pocos –o ninguno– se preguntan a qué costo se llegó a este punto de inflexión en la dieta de los argentinos.
A modo de introducción, vale la pena retrotraerse al comienzo de la avicultura industrial, promediando la década del ’50, donde el consumo de pollo se limitaba a los domingos, o en algún día festivo. Luego, en la década del ’80 el mercado local fue prácticamente “invadido” por importaciones de pollo de otros países –principalmente de Brasil–, provocándole un inmenso daño al sector productor argentino.
Ya en la década de los ’90 se pone en marcha el “Plan de Reconversión Avícola”, a través del cual –y gracias a la convertibilidad– la industria avícola argentina se moderniza a través de fuertes inversiones en materia de tecnología e instalaciones, permitiendo alcanzar un consumo de 20 kgs. pér cápita de carne aviar.
La crisis económica sufrida por nuestro país en 2001, y la consecuente salida de la convertibilidad, obliga al sector a mirar el gran mercado internacional como destino de parte de su producción, como única solución al “parate” que registraba el mercado interno. Con un dólar que pasaba de 1 a 3, el sector productor argentino ahora podía competir en el mundo, y así fue como con el correr de los años se fueron conquistando nuevos mercados en el exterior.
A partir del 2003, la significativa diferencia de precios entre la carne vacuna y la carne aviar en nuestro país, le permite ir ganando la preferencia del consumidor, y eso es lo que explica –de algún modo– el presente de la industria avícola argentina, que actualmente ostenta un consumo cercano a los 50 kgs. per cápita de pollo y 360 huevos.
Pero claramente, el precio no fue la única razón que permitió este cambio de tendencia en el consumo; las nuevas generaciones de consumidores también valoran la practicidad de la carne aviar al momento de ser preparada y el concepto de alimento saludable, tanto del pollo como del huevo.
Influenza Aviar: un duro golpe a la economía de las empresas exportadoras
En Febrero de 2023, Argentina registra la aparición de un brote de Influenza Aviar, que marcó un antes y un después para las empresas que producían tanto para el mercado interno, como así también para la exportación: el mercado internacional cerró sus puertas para la producción avícola argentina.
Frente a este nefasto panorama, aquellos productos como pollo entero y los distintos cortes que se exportaban a otros países, principalmente de la Unión Europea, se volcaron al mercado interno con su consecuente impacto negativo en los precios, producto de una sobre oferta. Al tiempo que otros productos como las garras y el corazón, productos que no se consumen en nuestro país, y que tenían a China mercado principal, tuvieron como destino el envío a cámaras de conservación –a la espera de la reapertura de los mercados–, y al “rendering” cuando la capacidad de frío era insuficiente para continuar estoqueando la producción.
Nadie en la industria pensaba que una vez que Argentina fuera declarada “Libre de Influenza Aviar”, y se abrieran las fronteras de todos los países en el mundo para el ingreso de nuestra producción avícola, China sería la única excepción a esta incipiente realidad.
Lo cierto es que han pasado 24 meses y, más allá del pedido de la industria en su conjunto, tanto al Gobierno de Alberto Fernández como así también al de Javier Milei, de bregar por la apertura del mercado chino, todavía ese importante destino de las exportaciones avícolas argentinas permanece cerrado, causando un grave perjuicio econónico a empresas que realizaron inversiones realmente importantes para reconvertirse con miras a China, y planificaron su producción en función de ello.
Inflación: una carrera que el sector corre con desventaja
Mientras que el precio del kilo de pollo se actualizó en un 54,6% durante los últimos 12 meses, la inflación en Argentina, según el INDEC, fue –durante el mismo lapso– de 117,8%.
Este fuerte retraso, sumado a la imposibilidad de exportar a China, un tipo de cambio que le quita competitividad al sector productor en el mercado internacional, pone en riesgo a una industria que produce más de 2,5 millones de toneladas anuales de carne aviar y 7.730 millones de huevos, pone en riesgo a una industria que genera más de 50.000 empleos de manera directa, creando un fuerte arraigo en las zonas productivas.
Quizás una baja en la presión impositiva podría ayudar a palear esta realidad, por cierto complicada, que vive la industria avícola argentina.
De lo que no quedan dudas es que la fuerte dependencia al mercado chino y la falta de un tipo de cambio competitivo, demandan una acción inmediata para evitar una contracción de la producción y consecuencias totalmente negativas para un sector que provee alimentos saludables y económicos a toda la poblaión.