En estos tiempos, la ganadería de carne y leche en Argentina está viviendo momentos muy especiales después de haber sufrido grandes cambios y amenazas. ¿De qué se tratan y cómo hacerles frente? Por Aníbal Fernández Mayer.
Estos cambios y amenazas se dan:
a. Por factores climáticos (fuertes y consecutivas sequías, y en algunas regiones del país, inundaciones).
b. Por el corrimiento de sus fronteras a regiones “más duras”, (subhúmedas y semiáridas, especialmente) desplazada por la Agricultura, donde el clima y el suelo restringen seriamente el desarrollo de los cultivos (de invierno y verano), y con ellos, limitan el crecimiento de los planteos ganaderos. Con excepción de la región norte del país, donde el clima subtropical permite que el ganado cruza británico-índico (Brangus y Bradford, especialmente) y algunos sistemas lecheros adaptados a las condiciones climáticas (calor y humedad) imperante se establecieran sin grandes dificultades desde hace muchos años.
c. Por el mercado: el valor de la carne -producto de efectos externos e internos- se vio seriamente afectado y con él, las inversiones y los proyectos productivos que requieren los Sistemas Ganaderos para generar un ambiente de crecimiento y sustentabilidad productiva y económica.
Todo esto afectó tan fuertemente a los planteos ganaderos que los pronósticos sobre su futuro son muy erráticos. Sin embargo, en los últimos tiempos se produjo un alza significativa en los precios de la hacienda, tanto para el consumo interno como para la exportación. Esta situación tomó a muchos productores ganaderos “mal parados”, con problemas en la base forrajera (forrajes frescos y reservas), en el stock de animales y por factores ambientales adversos. Mientras que, muchos otros, especialmente productores agrícolas que alguna vez habían tenido animales o que les quedan algunas vacas en su campo ven una oportunidad para “entrar nuevamente” a la ganadería para carne, sea por su futuro “interesante” (de corto y mediano plazo) como buscando transformar parte del grano que generan (maíz, sorgos, etc.) en carne. Transformación que desde el punto de vista económico les genera una ecuación beneficiosa.
La ganadería es no es enemiga de la agricultura
Generalmente se ha tomado a la ganadería, tanto de carne como de leche, como una actividad que compite con la agricultura, es más, para muchos es muy difícil que convivan una con la otra. Sin embargo, después de muchos trabajos realizados en campos con alto potencial agrícola en el sudoeste bonaerense (Bonifacio –partido de Guaminí- y en Cnel. Suárez, entre otros), nos permiten asegurar que la ganadería no es ni se debe ver como una actividad competidora con la agricultura, muy por el contrario, se debe ver como complementaria. De esa forma, los resultados productivos y económicos, la estabilidad de ambos Sistemas, el Flujo de Fondos de la Empresa y la reducción de los riesgos, permitirá proyectar un Sistema Agrícola-Ganadero más sustentable.
La especialización de la ganadería asegura sustentabilidad
Para que esa ecuación Agrícola-Ganadera garantice una mayor sustentabilidad en el tiempo es necesario establecer algunas pautas.
En Argentina, como en muchos países, se debe hacer una diferenciación entre el productor que tiene animales, que es más del 80% de los casos, de aquel productor que es ganadero, que piensa y razona como tal. Aunque a simple vista pareciera que fuese lo mismo, pero no lo es.
El productor ganadero está ESPECIALIZADO en ganadería y tiene claro los objetivos y metas de la empresa. Para alcanzar dichas metas, lleva adelante una serie de pautas de trabajo que le permiten “monitorear” de cerca al Sistema Productivo, a través de herramientas básicas como la pesada y en forma “sistemática” (quincenal, mensual o bimestral) de todas las categorías de animales que haya en el campo, utilizando básculas individuales (1500 kg) o grupales (5000 kg) y la medición de la producción y calidad nutricional de los alimentos que utiliza.
Es cierto que no alcanza con pesar a los animales si no tenemos ningún proyecto fijado para ellos. De ahí, que es necesario establecer diferentes objetivos y metas para las distintas categorías. En el campo de la Familia Chiatellino, en Bonifacio, Partido de Guaminí (Buenos Aires), cuyos suelos tienen excelente aptitud agrícola, se están obteniendo rindes extraordinarios “en secano” de granos de cereal y oleaginosas utilizando la Siembra Directa y toda su tecnología.
En este mismo establecimiento, se están llevando a cabo diferentes trabajos en ganadería de carne, donde interactúa el planteo de “destete precoz” de cerca del 50% de los terneros, con la terminación a “pasto” de novillos para consumo interno (400-420 kg/cabeza) y exportación (460-480 kg/cabeza), vendiéndose animales terminados a lo largo de todo el año. Esto genera un flujo de fondos (en efectivo) extraordinario que permite sostener a una agricultura “eficiente” de alta tecnología (siembra directa). Muchos de los trabajos que se realizan en esta empresa, al comienzo se evalúan los resultados con “pocos animales” y en la medida que los mismos son positivos, se los generaliza a todo el rodeo.
Todo comienza luego de realizar el destete, en ese momento se agrupan a los terneros en 3 tropas, por su peso vivo y estado corporal, en cabeza, cuerpo y cola. Y para cada tropa se establecen metas para la venta de los animales (momentos del año y peso final -consumo interno o exportación-). Para ello, se pesan todos los meses y varios grupos de animales, simultáneamente, que generalmente son más de 5 tropas diferentes.
Para alcanzar los objetivos y metas fijadas oportunamente, se utiliza como herramienta la información generada en el mismo campo y en la zona de influencia. De esa manera, para cada tropa de animales de destete (cabeza, cuerpo y cola), se establece el momento (mes) y peso de venta. Para alcanzar dichas metas se definen las “ganancias promedio” que debieran obtener los animales en los meses de “otoño, invierno, primavera y verano”. A partir de las ganancias “reales” que se vayan alcanzando se hacen los ajustes del caso, incorporando, elevando o suprimiendo la suplementación con granos de cereal o con subproductos de agroindustria. Además, de ajustar la proporción de fibra (silajes de planta entera o henos) en la dieta de cada tropa. Todo esto viene acompañado con un monitoreo muy de cerca de los costos y se determina, siempre, el resultado económico de cada tropa (Margen Neto y Costos de Producción por kilo de carne).
Este esquema de trabajo pareciera muy complejo y desde ya, al alcance de unos pocos. Sin embargo, no es así, lo que se debe definir con claridad es “si queremos tener animales o queremos producir carne”, que no es lo mismo.
La familia Chiatellino, mantiene este Sistema Productivo desde el año 1998, donde se han sorteado momentos muy difíciles de precios de la hacienda y climáticos. Sin embargo, con el objetivo de “complementar la agricultura con la ganadería”, aprovechando para esta última, las partes del campo de menor aptitud agrícola (lomas o bajos), los rastrojos de cosecha, los recursos forrajeros (verdeos, pasturas y reservas) disponibles, granos y concentrados (subproductos) de la región se pudo mantener un resultado económico positivo de la Ganadería, aún en los momentos difíciles.
Por ejemplo, se está realizando desde el 2003 a la fecha la Terminación de Novillos Angus pesados (460-500 kg de peso vivo) en Verdeos de Avena y Centeno “encañados” con bajas proporciones de granos de cereal (1.5 a 2 kg de Grano de Sorgo/novillo/día). Obteniendo ganancias de peso, promedio, entre 0.9 a 1.2 kg/novillo/día y un Costo de Producción entre 0.4 a 0.5 u$s/kilo de carne producido. Este trabajo ha generado, siempre, utilidad económica tanto cuando el novillo pesado de exportación se vendió a 1 a 1.2 u$s/kilo vivo o su equivalente en kilo de carne como en la actualidad, cuyo precio de venta fue cercano al doble (+2 u$s/kg.).
Asimismo, cuando el productor está especializado en producir carne, también logra mantener una calidad homogénea (terneza) con buenas aptitudes organolépticas (color y sabor) que busca el mercado consumidor. De esta forma, logra obtener una Marca Registrada para sus carnes, y eso se paga y bien.
Este y muchos otros trabajos demuestran que es posible superar momentos difíciles de precios y aprovechar las épocas buenas, mientras que exista un alto grado de especialización en el manejo y tecnologías aplicables a los planteos ganaderos.
Muchas de estas tecnologías son de “procesos” y otras, en especial, son de “conocimiento”. Esta última es la menos difundida y, quizás, la que mayor impacto produce en el Sistema. Las tecnologías de conocimiento son aquellas que se generan como producto de una capacitación “sistemática” del empresario y sus asesores en las temáticas vinculadas con la producción de carne.