El agua es el ingrediente esencial para la vida de las aves. Cualquier reducción en la ingesta, tiene un efecto negativo, ya que participa de la digestión, de la absorción de nutrientes, la termorregulación, la eliminación de los residuos y todo lo que parte o compone la sangre y los tejidos. Por eso, la calidad del agua tiene que ser tan importante como la cantidad. “Por lo menos una vez al año hay que tomar muestras del agua de los pozos, tanques y bebederos y hacer un análisis fisicoquímico y microbiológico”, indicó Julieta Acebal, Responsable del área Especialidades de Cladan . “A lo largo de este verano, que fue muy caluroso, nos hemos encontrado con algunas sorpresas en lo que respecta al agua”, subrayó la experta.
Al respecto, Acebal señaló que “dentro de las tuberías se almacena mucho sarro y eso predispone a la aglomeración de algunas bacterias, por eso se recomienda hacer una pasada con ácido al final de cada una de las crianzas”
En este sentido, la especialista recomienda “aplicar acidificantes en el agua de bebida, ya que tiene un beneficio no solo para el ave sino también en las tuberías. Se pueden utilizar distintos tipos de ácidos para eliminar el biofilm que queda adherido a las paredes de las tuberías, ya que contribuye a que se desarrollen diferentes tipos de organismos. También hay que calcular bien la cantidad y tipo de implementos que se usan, así como también la temperatura del agua. Entre los 21 y 24 grados, el ave deja de consumirla”, concluyó