Llegó enero de 2022, pero las pérdidas en el negocio del engorde de bovinos a corral se siguen acumulando. De acuerdo con las cuentas que sacan en la Cámara de Feedlot, incluso son mayores a las que hubo el mes pasado. Aun así se está dando un pequeño repunte en el nivel de encierre.
Según el habitual informe de la CAF, a inicios de enero por cada animal engordado el margen bruto fue negativo en 4.600 pesos, contra los 2.500 pesos de diciembre de 2021. A raíz de este tema charlamos con Juan Carlos Eiras, Pte. de CAF (Cámara Argentina del Feedlot)
De acuerdo a sus cuentas, vendiendo el gordo a un precio de 264 pesos por kilo vivo, que es de los precios más altos en el Mercado de Liniers y al que solo acceden en algunas ocasiones los lotes de excelente calidad, los engordes deberían pagar la invernada 275 pesos por kilo vivo. Pero los terneros para engordar cotizan en el orden de los 340 pesos.
Lo que sigue sucediendo entonces es una clara y continua descapitalización de los engordadores.
“La situación es compleja y no será fácil. Porque venimos de una situación complicada en términos de que los precios relativos (tanto en la invernada y la alimentación) han tenido en estos últimos 17 meses un sostenimiento de precios del maíz en función de los valores internacionales”, expresó Eiras.
En este sentido confirmó que “todos los costos tuvieron un aumento creciente” y en lo que respecta a la oferta y la demanda se vieron alteradas desde el año pasado producto de “las intervenciones continúas con el precio de la carne”.
Como consecuencia de ésto, Eiras sostiene que en la actualidad se produce cada vez menos y no encuentran un horizonte para los ciclos biológicos. “Se sigue produciendo porque somos una industria ganadera con una estructura” pero “en el final del camino, la mala política ya nos mostró hace más de diez años que termina con una suba y un acomodamiento de precios. En el camino se muestra el deterioro”, expresó.
Según Juan Eiras ese aumento en el encierre tiene que ver con la sequía, pero sobre todo con compras vinculadas a la necesidad de postergar cuestiones impositivas vinculadas al cambio de ejercicio.
Esa tendencia se supone se debería sostener en los próximos meses, ya que la sequía está haciendo estragos no sólo en los cultivos comerciales sino también en las pasturas implantadas y los pastizales naturales. En este contexto, el ingreso al otoño-invierno encontraría a los campos ganaderos con niveles de forrajes muy bajos.
Eso debería llevar a una menor demanda de parte de los recriadores y por lo tanto se supone que en esta zafra los precios de la invernada podrían moderarse o al menos no continuar con la tendencia alcista de los últimos años.
Sin esa competencia por la falta de pasturas los engordadores deberían recibir más ganado este año, lo que los ayudará a licuar costos fijos.