En una industria donde la calidad es clave, Ovobrand ha logrado posicionarse como un referente gracias a un sistema productivo integrado y altamente controlado. En una entrevista realizada por Adalberto Rossi en el marco del programa Cátedra Avícola & Agropecuaria, el gerente de operaciones de la empresa, Federico Caputo, ofreció un recorrido técnico y detallado por el proceso que transforma el huevo recién puesto en un insumo listo para el mercado.
Caputo destacó que el huevo llega a la planta sin intervención humana directa: desde la postura en la granja, atraviesa un proceso automatizado de lavado, desinfección, secado y cascado. Todo ocurre bajo normas estrictas de calidad, exigidas tanto por las certificaciones como por los mercados internacionales. Este sistema permite procesar diariamente más de 1.600.000 huevos con una frescura inigualable: menos de 12 horas desde la postura hasta su industrialización.
Una vez quebrado, el huevo puede ser procesado como producto líquido, entero, yema o clara, o bien ser deshidratado en polvo. Según el gerente, los productos que se elaboran no son genéricos, sino formulaciones específicas adaptadas a las necesidades funcionales de cada cliente. “No se trata solo de huevo líquido o en polvo —explicó—, sino de soluciones hechas a medida, con aditivos como sal o tratamientos enzimáticos según el destino del producto”.
Caputo enfatizó que la trazabilidad es total: como la planta solo procesa huevo propio, se puede rastrear cada lote hasta el alimento consumido por la gallina. Esta integración vertical garantiza no solo calidad, sino también una frescura que mejora notablemente las propiedades funcionales del producto, como la capacidad de emulsión de la yema o la aireación de la clara.
El ejecutivo subrayó que, gracias a este sistema, Ovobrand produce ovoproductos pasteurizados con estándares internacionales que se utilizan directamente en industrias como la mayonesa, la repostería o la panificación. “El cliente recibe el huevo y lo usa sin necesidad de tratamiento adicional, por eso el control debe ser absoluto”, indicó.
Además, explicó que la empresa no diferencia entre mercado interno y externo en cuanto a calidad: “Para nosotros no existe una línea de producción nacional o de exportación. Hay una sola calidad, y es la más alta”, afirmó.
Ovobrand ha demostrado que es posible ofrecer un producto de excelencia cuidando cada detalle del proceso productivo. En un contexto donde la inocuidad, la trazabilidad y la funcionalidad del huevo son cada vez más demandadas, su modelo es un ejemplo de cómo la tecnología y el compromiso pueden marcar la diferencia.