El rubro alimentos parece ser hoy el principal sospechoso en la trama maldita de la inflación argentina. El último informe técnico del INDEC referido al Índice de Precios al Consumidor (IPC) del mes de abril, sorprendió con un 6%, destacando un 5,9% para el ítem Alimentos y Bebidas No Alcohólicas. Lo de sorpresa es relativo: el IPC de marzo fue 6,7 y el rubro específico de alimentos llegó a 7,2.
Lo anterior sirve para entender por qué el consumo de carne de cerdo crece y crece en el país: hoy alcanza los 21,5 kilos por habitante cada año. La clave, en semejante contexto inflacionario, está en el precio. Una obviedad. Es, además de sabrosa, un 30-35 por ciento más barata que la carne vacuna (en algunos cortes, esa ventaja se estira al 50 por ciento) y está casi empatada con el pollo cuando se analiza el valor del kilo vivo. Algo inédito. De hecho, desde el 9 al 17 de mayo el pollo vivo alcanzó un precio máximo de 227 pesos y el cerdo en pie, en la primera semana del mismo mes, cotizó a un máximo de 192,28 pesos. Los memoriosos del mundo porcino no recuerdan una situación similar.
Sin embargo, en lo que se ve como una clara ventaja para el sector de la producción porcina, aparecen matices que indican que no todo es ideal. La realidad marca que ese crecimiento en el consumo de carne de cerdo no tiene su correlato en el presente de los propios productores, si se habla de rentabilidad. Allí, en el primer eslabón de la cadena, en la base de la pirámide, hay rosas pero también espinas.
“Después de cuatro meses de precio planchado, en abril hubo un pequeño salto, de unos ocho pesos. Ese saltito acomodó los tantos, teniendo en cuenta que en ese mes los precios del maíz y la soja fueron inferiores al promedio de marzo. Por un lado, los números dicen que abril fue un mejor mes, pero lo que muestra la realidad es que, sobre todo, los pequeños y medianos productores tuvieron muchos problemas, porque no llegan al precio promedio máximo que marca el Ministerio de Agricultura y porque cuando tienen que salir a comprar insumos, los pagan mucho más caro que los productores grandes”. Así sintetizó lo sucedido en el sector en el comienzo del segundo trimestre del año, el consultor Juan Uccelli, en contacto con Cátedra Avícola y Agropecuaria.
Lo de las importaciones es cada vez más preocupante en el sector. Crecen en volumen, restan ganancias a los productores y, además, distorsionan el mercado. Hasta el mes de abril, como se dijo al comienzo, no hubo subas de precio del capón en pie y en las últimas semanas, los productores ven cómo desde las plantas frigoríficas y los matarifes rechazan sus cargas de animales para faena hasta nuevo aviso. Ese rechazo implica que los cerdos vuelven a los criaderos y, por supuesto, siguen alimentándose, lo que lleva a un incremento de kilos. Mantener un animal más tiempo en la granja, más allá de su terminación, es un costo importante. De hecho, en las últimas semanas el peso promedio nacional de faena pasó de 112 a 118 kilos. Pero, además, si los animales superan el peso ideal de faena, el comprador castiga al productor con el precio. Qué podría ser peor.
Uccelli afirmó que el flujo desmedido de carne de cerdo importada “es exclusiva culpa del gobierno nacional, que no ha puesto la mirada en el tema de la importación, en la salida de entre 10 y 15 millones de dólares todos los meses, en un país donde no hay dólares”. De paso, mandó un mensaje a la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP): “Sería interesante que vea la rentabilidad que tienen los importadores, que es muy grande, y que verifique si están pagando el impuesto a las ganancias que tienen que pagar”.
Esperando el segundo semestre
Según el consultor, en las próximas semanas habrá buenas noticias para el sector. Sobre todo para pequeños y medianos productores. Es en relación a la recuperación del precio del cerdo, ayudada por lo que puede suceder en el ámbito de la carne vacuna. “Tenemos un relevamiento y vemos que hay feed lots que no están cargados y puede faltar carne vacuna del 15 de junio en adelante, y eso le servirá tanto al pollo como al cerdo, que son carnes complementarias, no alternativas”, aseguró.
Por lo que se infiere, el faltante de carne vacuna se traducirá en un aumento de su valor. Esa situación “le permitirá acomodar un poco los precios tanto al pollo como al cerdo”, insistió Uccelli, remarcando que “se va a ver reflejado en los precios que se pagarán al productor”. Y le puso fecha al repunte: “Esto se va a dar en las próximas cuatro a seis semanas; entre el 15 y el 30 de junio habrá una recuperación del precio (del cerdo), lo que permitirá subir unos escalones como sucedió el año pasado, se mantendrá hasta agosto, cuando sí creemos que el precio va a tener un aumento importante”. Pero siempre hay un pero: “Todo depende de qué pase en Argentina” en ese entonces, acotó. Aclaración importante.
“Veo una recuperación importante de acá a seis semanas. Y a fin de año, cuando se mire todo lo que pasó en este 2022, para el sector porcino habrá sido un año bueno. Hoy, si lo analizamos, parece un año malo, pero según lo que va a pasar en el segundo semestre, a partir del 15 de junio, habrá mejoras”. Uccelli, lejos de ser adivino, es optimista. “Trato de ser optimista en la necesidad de marcar la realidad, que hoy no es buena”.
El bendito segundo semestre parece ser el horizonte. También en lo relativo a exportaciones de carne de cerdo. En la actualidad, sólo se venden al exterior 250 toneladas, pero de vísceras. En cuanto a carne propiamente, la cifra es cero. No obstante, hay esperanza en la otra mitad del año: “En el segundo semestre, con una adecuación inevitable del dólar, vamos a ser competitivos para poder exportar”, vaticinó el consultor, al tiempo que comentó que Argentina debe ser más incisiva en la búsqueda de nuevos mercados –por fuera de China- para colocar su carne porcina.
Promocionar aún más el consumo
Aunque la ingesta de carne de cerdo está en franco crecimiento, Uccelli cree que debiera promocionarse todavía más su consumo. “Debiera haber una promoción del consumo de carne y no la hay”, aseguró.
“Es necesario hacer una promoción constante. Estamos en un consumo de 21,5 kilos per cápita y tenemos que llegar a superar los 30”, sostuvo, y apuntó que “cada kilo que sumamos (al consumo) cuesta un poco más, razón por la cual la promoción es la herramienta que necesita el sector para crecer”.
En esa línea, dijo que encarar una campaña de promoción “no será con recursos del gobierno”, por lo que apeló a “los mismos jugadores” del sector para organizarla. Ahí cabe el sayo a productores, plantas de faena, matarifes, supermercados y carnicerías. “Que colaboren con pocos centavos por animal y se puede hacer una campaña para seguir posicionando a la carne de cerdo como una carne rica, sabrosa, saludable y, la virtud actual, barata”, enfatizó.
La pregunta es si el sector está lo suficientemente cohesionado en todos sus eslabones para tal desafío. La respuesta es: “No, es un sector que está bastante fragmentado”. Ese es otro capítulo.
Lo cierto es que hoy, cuando los precios no dan tregua al consumidor, la estrategia de aquella ama de casa entronizada por la televisión en los años 90, con horas de pantalla en su cruzada contra las remarcaciones, es efectiva: hay que caminar y caminar en busca del mejor precio de los productos para llevar a la mesa. Ahí gana la carne de cerdo.