“Todavía no hay un balance lácteo de 2019”, advierte Jorge Giraudo, titular del Observatorio de la cadena Láctea Argentina.
Sin haber aún indicio alguno de un responsable para el área lechera del Ministerio de Agricultura, a casi tres meses de la asunción del nuevo Gobierno, el Observatorio de la cadena Láctea Argentina (OCLA) ya hizo el segundo reclamo formal al respecto.
Además de no tener políticas sectoriales adecuadas, se debilita la estructura de datos, que en definitiva fue una de las pocas variables que se pudieron instalar para la lechería en la gestión anterior.
“El OCLA funciona con datos y a medida que nos los retacean no podemos funcionar. Todavía no hay un balance lácteo de 2019 y por eso tuvimos que armar nosotros uno provisorio. Si bien la estructura está vigente en el Ministerio y establecida resoluciones para la rendición de datos, claramente sin una conducción se está generando este retraso. Sería importante que alguien asuma este rol para mantener fluida la información, que claramente ha mermado de diciembre a la fecha”, aseguró a Agrofy News Jorge Giraudo, el titular del Observatorio.
Giraudo comenta que atravesando ya la segunda semana sin lluvias y con altas temperaturas es el cierre del verano el que mayor irregularidad genera en la producción. Para el tambo en particular, esto no evita que el balance sea positivo.
“Enero cerró con una producción de leche 5,5 por ciento superior al año pasado. Los datos que tenemos de febrero son similares o superiores, con lo cual en el primer bimestre estaríamos seis por ciento por encima en la producción”, detalló el titular de OCLA.
Si bien no hay grandes hechos que puedan hacer salir de los parámetros habituales a la lechería, es el ritmo inflacionario el que sigue acompañando el acomodamiento de precios, de la industria hacia la producción.
“El precio de enero estuvo en 17,70 pesos en promedio y por lo que podemos ir sabiendo el de febrero estaría unos 50 centavos arriba, promediando 18,10 pesos por litro, por lo tanto el precio se viene moviendo un poco por encima de la inflación y manteniendo la expectativa de seguir sosteniendo a la actividad”.
El productor tiene hoy el 33,3 por ciento en la participación del valor del litro de leche equivalente. Un 1,1 puntos porcentuales menos que diciembre.
Detrás de la mejora en el precio está la necesidad industrial de sostener el suministro de materia prima, en un contexto complejo en cuanto a la demanda por el consumo interno y el contexto internacional.
Giraudo detalla que “el sector exportador cayó casi 10 por ciento el año pasado y eso va a continuar este año, producto de las retenciones al nueve por ciento en la leche en polvo y también un tipo de cambio retrasado”, a lo que se agregan los quesos con cinco puntos de quita por ventas al exterior.
La retracción es tangible para la exportación de lácteos, lo cual no tuvo contemplación alguna en el retoque de retenciones. Fue de 798 millones de dólares el movimiento durante 2019 y con una caída específica del 9,1 por ciento entre 2018 y 2019, no se hace más que seguir retrasando el movimiento que necesita una industria que tiene proporcionalmente a muchos empleados, con alto costo y que no puede compensar internamente todos esos valores.
Si bien los valores internacionales de los lácteos siguen con un comportamiento bastante estanco, ahora con situaciones ligadas al coronavirus e incluso la merma productiva en otras cuencas globales, hacen que las proyecciones brinden horizontes de oportunidad para Argentina, pero no de rentabilidad como se necesita.
Objetivos comunes
Contextos de constante cambio e irregularidad hacen que la lechería deba mirar más allá de esta coyuntura y salir del debate por los precios. “Tenemos que pensar en las cosas que el sector puede hacer más allá de la política de turno o de la convocatoria a una mesa de competitividad, que sabemos que tampoco ha tenido los frutos esperados. El sector tiene que ponerse firme y resolver cuestiones que tiene a mano”.
Giraudo va más allá de la informalidad que reina en cada sector productivo, e incluso de la volatilidad del mercado, que puede comenzar por “institucionalizar al sector”.
El 1º de abril en Rosario, el Outlook Lechero 2020 organizado por FunPel pretenderá comenzar a pensar situaciones ligadas a esto, con especialistas de Nueva Zelandia y Uruguay que aporten su experiencia en las formalidades de la cadena. Pero también se debatirá con ejemplos de lecherías parecidas a la nuestra el porqué de la pérdida de hasta nueve centavos de dólar por litro.
“Estamos planteando la posibilidad de contar con la presencia del productor y del industrial para el debate, para generar ideas que se puedan traducir en políticas para el sector, a partir de una voz más monolítica y consensuada, con trabajo e investigación. El Outlook tiene la misión de pensar en una lechería sostenible en el largo plazo, más allá de la política y la economía del momento”.
Lo que Jorge Giraudo intenta explicitar es que por primera vez las dos partes fundamentales de esta cadena productiva se empiezan a poner de acuerdo en las necesidades estructurales del sector. La lechería empieza a entender que consolidar la mirada, que generar las bases de su propio lobby, puede tener a mediano plazo consecuencias positivas.