La agricultura y la industria avícola en Argentina continúan estrechando lazos en pos de una mayor eficiencia y sustentabilidad. Uno de los pilares para el crecimiento avícola está en la producción de granos con altos estándares de calidad y, para lograrlo, resulta fundamental el trabajo de investigación y desarrollo (I+D) enfocado en inoculantes y probióticos. En este ulitmo bloque, Adalberto Rossi recorre junto a Dalila Giacobbe Boggio y Eduardo Gómez, científicos del laboratorio de Novonesis en Pilar, para conocer cómo se gestan las soluciones biológicas que luego se aplican en la agricultura y la nutrición animal.
La función principal del equipo científico en Novonesis no solo es desarrollar productos de vanguardia, sino también acompañar su aplicación en el campo y en la nutrición animal. Tal como explica Dalila Giacobbe Boggio, el laboratorio trabaja en la recuperación de bacterias tanto de semillas tratadas con inoculantes como de probióticos empleados en rumiantes y aves:
“No solamente desarrollamos los productos para que sean aplicados en la región, sino que además hacemos todo el acompañamiento durante la aplicación de los productos.”
Este proceso incluye la recuperación de bacilos para verificar su viabilidad en el alimento balanceado y la compatibilidad con otros ingredientes o tratamientos que hayan sido aplicados. El objetivo es asegurar que las bacterias estén vivas y, por ende, conserven su eficacia biológica. En la práctica avícola, esto se traduce en mejor digestibilidad, control de patógenos y optimización de la conversión alimenticia.
Además, el laboratorio implementa análisis de biología molecular, como técnicas de PCR, para identificar inequívocamente las cepas presentes en cada lote y mantener así la trazabilidad. De este modo, Novonesis garantiza que los productos cumplan con los más altos estándares de calidad y se adapten a las necesidades puntuales de los clientes.
Investigación aplicada: del laboratorio al invernáculo
Si bien la primera fase de desarrollo se lleva a cabo en placas y medios de cultivo, el invernáculo constituye un paso esencial antes de que un producto llegue al mercado. Allí, explica Eduardo Gómez, se prueban las soluciones en condiciones controladas de temperatura, humedad y exposición a la luz, de forma tal que se puedan anticipar posibles fitotoxicidades y comprobar la eficacia de los microorganismos:
“Para mí es uno de los lugares más hermosos de toda la planta […] es donde se cumplen los sueños o donde fracasan.”
En este espacio, se evalúa también la formación de nódulos en leguminosas (como la soja) cuando se emplean inoculantes a base de Bradyrhizobium, o se analiza el impacto de nuevas combinaciones de microorganismos en la fijación de nitrógeno y el crecimiento radicular. Solo tras superar exitosamente las pruebas en invernadero, los productos avanzan a ensayos en campo, para después lanzarse comercialmente.
Beneficios directos para la producción agrícola
La sinergia entre la agricultura y la avicultura es evidente: al mejorar la calidad de los granos y la sanidad de las aves, se fortalece toda la cadena productiva. Por un lado, el agricultor obtiene mayores rendimientos y mayor sustentabilidad en sus cultivos; por otro, la producción avícola se beneficia de materias primas (maíz, soja, etc.) con un perfil nutricional más estable y elaborado de manera ecológica.
Los probióticos y los inoculantes desempeñan un rol estratégico en este círculo virtuoso:
- En los cultivos, reducen la necesidad de fertilizantes químicos y promueven la salud del suelo.
- En la nutrición avícola, mejoran la salud intestinal de las aves, reducen la proliferación de patógenos y favorecen la eficiencia alimenticia.
Este enfoque integral —que comprende desarrollo, seguimiento en laboratorio e invernadero, y asistencia técnica en campo— caracteriza la propuesta de Novonesis y su compromiso con la producción sustentable.